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I.- Inicio de una larga amistad.

El orfanato era un lugar tranquilo, con niños corriendo de aquí para aya, el pequeño Kerick, sentado en un rincón miraba como jugaban los otros niños, justo el día anterior había llegado un niño nuevo, que tenia su misma edad. Aquel niño nuevo era flacucho, de mirada traviesa, con cabello negro despeinado. Su nombre era Andres.

El pequeño Andres se acerco a un niño que estaba sentado en un rincón del “patio grande” como lo llamaban todos los niños.

– Hola soy Andres, le dijo al niño que estaba sentado en el rincón, era un niño un poco mas delgado que el, y eso que el ya era un flacucho.
– Hola, dijo aquel niño, tenia una mirada perdida, y estaba serio.
– Como te llamas, ¿quieres jugar? Le pregunto Andres con una gran sonrisa.
– Soy Kerick, y no tengo ganas de nada.

Y sin decir nada mas se alejo rápidamente, y se metido a su dormitorio. Andres se quedo parado mirándolo como se iba.

Al día siguiente el orfanato tenia planificado una pequeña salida para que los niños se relajen en pequeño pueblo no muy lejano de allí.

Aquel pueblo era un lugar donde siempre llueve, era amplio, con grandes árboles y amplias casas, las calles aun no tenían pista. Los niños comenzaron a correr y jugar los unos con los otros.

Andres estaba hablando con una niña de su edad que se había caído por la culpa del suelo, que aun seguía húmedo por la lluvia del día anterior. Aquella niña de unos 11 años se llamaba Rouse, tenía el cabello largo y pequeños ojos azules.

– Gracias, amigo
– Llámame Andres, dijo extendiéndole la mano a la niña.
– Gracias, me llamo Rouse…

Lejos de ahí Kerick caminaba un poco alejado de todos, cuando un hombre encapuchado se le acerco.

– Así que tú eres el famoso Kerick, dijo aquel hombre que no se le veía la cara.
– ¿Quien eres? Pregunto al extraño.
– Uhm, soy quien te dará poder para poder cambiar esta vida que tanto odias. Soy aquel que te hará convertirte en un Dios.

Kerick sorprendido por lo que acababa de escuchar, se tropezó y cayó sobre el piso. Lejos de ahí Andres lo miro y pensó que le ocurría algo. Se acerco corriendo y miro al sujeto encapuchado con una mirada penetrante, mientras le daba la mano a Kerick para que este se levantara.

Aquel sujeto se volteo y dijo: “Kerick, aun no eres lo suficientemente capaz de controlar tus emociones, algún día nos volveremos a ver, eso no lo dudes…” y siguió caminando, desapareciendo entre los árboles que se encontraban frente de el.

Kerick miraba el lugar donde había estado el hombre encapuchado. En eso Andres le hablo y le dijo:

– ¿Lo conoces? ¿Quién era ese sujeto?
– No lo se, era la primera ves que lo veía.
– Que raro, me parecía un sujeto extraño, decía Andres mirando también el lugar en el que había estado el sujeto.
– Gracias por venir… perdón por mi comportamiento anterior, me llamo Kerick.
– Yo soy Andres, un gusto.

A partir de ese momento Andres y Kerick se volverían los mejores amigos, andaban de aquí a allá, parecían hermanos. Días después de lo sucedido, Andres le presento a Rouse, ellos se quedaron mirándose un largo tiempo, Rouse con una cara sonrojada y Kerick, mirando sus ojos azules un poco avergonzado.

La vida pasaba tranquila, aquel sujeto de la capucha ya no había aparecido mas, y con el tiempo paso al olvido.

Pasaron cinco años, cuando una noticia los dejo helados a los tres amigos. El orfanato iba a cerrar por que ya no tenían sustento económico. Los mayores de 15 años iban a dejarles retirarse, y los menores iban a mandarles a otros orfanatos.

Los tres amigos habían reunido un poco de dinero con los trabajos manuales que hacían en el orfanato, y se dispusieron alquilar una pequeña habitación para que vivan ahí.

Vagaron bastante tiempo, hasta que Rouse cansada no pudo más y se desmayo. Una anciana justo salía a regar cuando los vio a los tres jóvenes. Llamo a su nieta y los mando a llamar. Su nieta era una chica de la edad de ellos, muy linda, de cabellos castaños y largos. Se llamaba Drisell. Se acerco a ellos y los llamo a que entraran en su casa.

Los tres entraron a la casa de la anciana. Ella tenía los cabellos blancos como la nieve, y una mirada sabia y calculadora. Muy amablemente los saludo a los tres. A Rouse le preparo un té cargado para que se recupere. Les sirvió un poco de comida a todos. Su nieta Drisell era un poco tímida. Comía callada mientras todos hablaban amenamente de las cosas que han vivido.

La anciana que por cierto se llamaba, Margarett, era una persona que conocía cosas que otros no; cosas que sucedieron hace varios años atrás.

Pasaron los meses, y la anciana sabia que no viviría mucho tiempo, así que decidió contar todo lo que sabia a esos tres jóvenes que tanto le llamaron la atención, y a su nieta, su única nieta.

Cierto día los reunió a los cuatro, pensado en como decirle las cosas, para que en verdad le creyeran y no la tomen como una loca. En la pequeña sala que había en su casa se reunieron todos, comenzaron hablando sobre su infancia de los jóvenes, como Drisell había quedado huérfana a los 5 años, cuando sus padres murieron en un accidente de avión.

Hasta que la anciana se levanto y dijo:

– Les narrare una historia sobre el origen del mal, y la búsqueda de la piedra “REBITE”
– ¿La piedra Rebite? Repitió Kerick algo sorprendido
– Si kerick, la piedra Rebite y el origen del mal…

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